Cómo se hizo: la corrección interminable

        Pues me eché las manos a la cabeza porque me pareció que lo que había escrito era terrible. Entiéndeme: lo digo desde el punto de vista de la carga literaria de la novela, no desde el punto de vista del argumento. Es decir, me quedé bastante contento con la historia que había construído, me dio la impresión de que podía interesar, y de que las piezas estaban bien encajadas. Lo que no me gustó nada fue el aspecto literario del asunto.

        Así que respiré hondo y me dije: "a ver, Víctor, es normal, es tu primera novela". Pero para mí la forma siempre ha sido muy importante, así que me arremangué, me armé de paciencia y empecé a corregir. Términos repetidos demasiado cerca unos de otros, frases rebuscadas, sujetos poco claros, hilos de pensamiento demasiado largos, en fin... la lista sería interminable. Así que empecé a corregir todo lo que no me gustaba.

        Traté de buscar mejores conexiones entre un capítulo y el siguiente, sobre todo en los primeros cuatro, pues era muy importante para pillar el ritmo. Si la has leído sabes a qué me refiero. Luego traté de acortar todo lo superfluo, y descubrí lo útiles que son los participios en ciertas situaciones. Intenté dar más cohesión al lenguaje utilizado por cada personaje (una pista: a Jonás ponle acento gallego). Llegó un momento en el que consideraba que había hecho todo lo que me parecía que debía mejorar, y sin embargo había algo que se me escapaba que seguía fallando. Hasta que un día lo descubrí: intenté leer varios pasajes en voz alta y me di cuenta de que en muchos tramos la narración no era eufónica (un palabro, ya lo sé, no puedo evitarlo: EUFONÍA). Así que empecé de nuevo y traté de evitar producir una crisis de asma a quien leyese la novela de viva voz, sobre todo en las partes del narrador.

        Ah, pero de fondo siempre estaba el prefacio. ¿Qué contaros del prefacio? Debo haber producido unas 50 ó 60 versiones, sin exagerar. Todas las noches, cuando terminaba de revisar, volvía al principio y lo leía, miraba un rato al techo y luego retocaba una palabra. Lo grababa y lo dejaba descansar hasta la noche siguiente. Volvía a leerlo, volvía a meditar y volvía a corregir algo, o deshacía lo hecho la noche anterior. Y así meses y meses y más meses. Sabía que iba a ser lo primero que leyese todo el mundo. De hecho, sabía que muchas personas no pasarían de ahí. Tenía que ser corto, impactante con mucha carga literaria, pero sin poner ningún "palabro" (como "eufónico", por ejemplo) para no asustar a los chicos. No sé si el resultado fue el que yo perseguía, eso te lo dejo a tu valoración. El prefacio, por cierto, es lo que se ve en la página de entrada de esta página web.

        Termino, no quiero aburrirte. Doce meses después de haber empezado a revisar, y 16 meses después de haber empezado a escribir, me dí por satisfecho.

        Espero haber conseguido algo bueno.